Quiero agradecer a todos esos científicos, artistas y pensadores que
han servido de guía al hombre moderno, pero también quiero revindicar frente a nuestra civilización tecnológica caracterizada por un
ambiente creado por el hombre que ha modificado su relación con la Naturaleza,
que representa un vacío, una grieta, una muralla que bloquea el desarrollo
biológico del ser humano.
La vida moderna ha creado unas condiciones para las que no estamos
preparados, porque exceden las posibilidades de nuestros mecanismos de
adaptación, porque no han sido cambios hechos genéticamente por la biología.
Descartes y su pienso luego existo es la cristalización de la
perspectiva dualista entre mente y materia, cuando el mundo material comenzó a
considerarse como una compleja máquina compuesta por partes ensambladas.
Este legado cartesiano de reduccionismo y dualismo ha guiado y moldeado
los fundamentos de la investigación científica y ha contribuido a olvidar lo
divino en Occidente.
El ser humano se equipara a una máquina y se intenta devolverle la
salud reparando por separado cada una de sus partes.
La medicina moderna ortodoxa, se centra en la enfermedad y sus
síntomas, esta basada en el consumo de
medicamentos, en mediciones, modelos
estadísticos en los que la persona es un número y la enfermedad un item, en
estudios generales y en la objetividad.
La persona nunca es considerada como un todo indivisible, la persona ha
quedado casi relegada al olvido y no hay lugar para la propia y gran capacidad
de curación del organismo humano.
Estos paradigmas reflejan el incompleto sistema de valores imperante en
Occidente y que se impone con rapidez en Oriente.
Este control tecnológico y químico de la enfermedad no está dando resultados
favorables.
Las palabras de Hipócrates, el padre de la medicina, hace ya dos mil
años, parecen haber sido olvidadas por la medicina moderna.
Dejad que los alimentos sean
vuestra medicina y que vuestra medicina sea vuestro alimento.
Os invito a esta reflexión:
¿Tratar la enfermedad o favorecer la salud?
¿Curar un órgano o sanar una vida?
El modelo holístico cobra fuerza
frente la tendencia mecanicista y reduccionista de la medicina moderna.
El organismo humano es multidimensional, cuerpo, mente, emociones y
espíritu, indisolublemente ligados entre sí.
Tiene una enorme capacidad innata para curarse a sí mismo
restableciendo el equilibrio, por lo cual la labor primera del médico es apoyar
los esfuerzos de autocuración del organismos y respetar sus ritmos biológicos.
Ya que la Salud es un estado
Natural, un equilibrio, un ajuste armonioso del organismo a las influencias
del ambiente.
Respetar y conocer nuestra
naturaleza y las fuerzas que nos ligan al Universo, ese es el camino a la salud, cuando el ser
humano se desarrolla en un equilibrio con el medio natural.
La persona debe ejercer su derecho de mantener su propia salud.
Y ahí entra el poder de la información y la necesidad actual de
desenmascarar la manipulación y los engaños de la industria alimentaria.
Os invito a:
Volver a amar la Naturaleza, tomar
consciencia de equilibrar nuestra vida según las leyes naturales, recuperar el
desarrollo y valor de la intuición, aprender a escucharnos y a cuidarnos:
Recordando a Unamuno: “Siento luego existo”
Recordando que tan alimento
es un puñado de cerezas como una bocanada de aire puro, un abrazo, una sonrisa…
Así fortaleceremos nuestro
patrimonio biológico y espiritual.
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