Las semillas de chía eran utilizadas como un alimento sagrado por los
pueblos Precolombinos, quienes las incluían en ceremonias religiosas porque
creían que eran el símbolo de la vida y les otorgaban poderes sobrenaturales.
Esto casi origina su extinción a manos de Hernán Cortés, quien además de ver
con malos ojos que se le hicieran ofrendas de semillas a dioses paganos, creyó
que si las destruía también destruiría al poderoso reino azteca y se
convertiría en el único amo del oro de la región. Algunos grupos de semillas
pudieron sobrevivir en pequeños parches en áreas montañosas de México y
Guatemala, y pese a haber sido llevada a España aproximadamente en el año 1521
luego de la conquista, recién fue clasificada por Karl Linnaeus en el siglo
XVIII, permaneciendo prácticamente ignorada hasta el 1900, cuando algunos
grupos científicos comenzaron a estudiarla. Un proyecto de cooperación
argentino-estadounidense por suerte recuperó su cultivo La Chía, una semilla con historia y futuro y un
laboratorio argentino se convirtió en el primero en desarrollar y exportar un
producto natural a base de ella. Actualmente se obtiene sin problemas en
dietéticas y negocios especializados. En la foto pueden verla natural (para agregar a yogures, ensaladas y postres) molida en un molinillo de café (ideal para agregar a salsas y mezclas de harinas) tostada con sal (muy rica en tortillas o sobre panes y bollos) y hervida (que puede utilizar en budines y otras preparaciones. Es notable la capacidad inmediata de transformarse en una especie de gel como pueden ver debajo con un poco de agua en una sartén.
Es común en Centroamérica tomarla con agua, por ejemplo se muelen dos cucharadas de chía, se las coloca a hervir, luego se cuela y se le agrega agua y azúcar. En este momento estoy probando un “Agua de Chía” que preparé con dos cucharadas colmadas de semillas de chía en un vaso alto con limón exprimido (con naranja tambiáen queda muy rico) una cucharada colmada de azúcar blanca y agua mineral natural. Como la chía no tiene sabor, cualquier sabor le combina bien. Y es agradable al tomarla porque en el paladar es muy sedosa, el único detalle es que se concentra en el fondo del vaso, la distribución no es pareja a menos que se revuelva continuamente.
Para tostarla utilice el mismo método que describo para las semillas de sésamo y amaranto, no coloque aceite, coloque directamente pequeñas cantidades de semillas por vez en una sartén de teflón bien caliente (con sal si es para agregar al exterior de panes u omeletes) y levante continuamente la sartén haciendo movimientos circulares con su mano para distribuir el calor y a su vez airearlas y que no se quemen. En un minuto o tal vez menos ya están listas, cuidado porque se queman muy rápido.
Son muchos los beneficios de esta maravilla solo comparable con el amaranto y hay mucha información en la red sobre ella, les paso solo una que me pareció muy completa, mientras disfruto mi “Agua de Chia”. Les aseguro que después de leerla, si no tienen semillas en su casa, saldrán corriendo a buscarlas.
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